Julio|29
La paradoja del duende del reloj
Cuando me preguntan si hay algo de lo que me arrepiento en esos extensos cuestionarios personales que cíclicamente aterrizan en mi buzón de correo, siempre respondo sin titubeos que de nada. En efecto, no me arrepiento de absolutamente nada de lo que he hecho: bueno, malo, intrascendente, torpe, ingenioso, equivocado, oportuno, impulsivo... no importa. Pasó y fue por algo. Sin embargo, reflexionando al respecto (divagando sería el término correcto) he concluido que si se presenta el caso sólo podría llegar a arrepentirme de una cosa: haber dejado de hacer algo.
He considerado -y lo considero aún- un ejercicio inútil eso de ponerme a pensar qué habría pasado si hubiera hecho/cambiado/dicho/decidido tal o cual cosa. Total, ya no lo hice. Ya no hay remedio. Para qué pensar: "Debí bajarme del carro y estrangular a ese estúpido que tenía adelante en la cola y se dejaba meter a todo mundo. Así le habría hecho un gran bien a la ciudad" (ok, es un ejemplo. Un poco exagerado, sí. Soy exagerada y no me arrepiento). Regresando al punto: no le encuentro sentido a la gente que se la pasa pensando en lo que debió hacer, pero que definitivamente no hizo. Perfecto: insúltate un rato, reclámate tu estupidez, restriégate tu error (así tal vez no lo cometes de nuevo) y listo. Toma la hoja y dale la vuelta. Para qué seguir torturándose si nada de lo sucedido cambiará. Los futuribles son tan frustrantes...
Y quizá sea por esa adversión a pensar en "pudes", que prefiero pensar en "podrías"; tal vez por esa razón me gusta tanto soñar con situaciones "posibles" (sólo en mi Magic Kingdom cerebral).
Cuando estoy en el tráfico, cuando bajo caminando del trabajo y sobretodo en la cama, envuelta en la clandestinidad de mis sábanas, me dedico a recrear en mi mente historias (algunas vienen hasta por capítulos), situaciones inesperadas (unas más inverosímiles que otras) y su correspondiente reacción: lo que haría, lo que diría, lo que decidiría...
Y hoy sin querer he imaginado ver salir del reloj a uno de los duendes que se la pasan escondiédome los objetos que busco en el cuarto y que, como indemnización a las horas que he gastado en la búsqueda, me hace dueña del tiempo por un minuto y con la oportunidad de echarlo para atrás. Pero sólo una oportunidad. Sin derecho a equivocarse ni a arrepentirse. Nada de decir "oye, no, ya va... mejor no retrocedo hasta aquí, sino hasta acá". Vaya situación, vaya decisión... aceptar la oferta sería admitir que me arrepiento de algo, pero si no la acepto es probable que me arrepienta de lo que estoy dejando de hacer. Menudo dilema en el que me colocó el duende creativo este... ¿por qué no me regaló algunas monedas de la olla al final del arcoiris y todo saldado?
¿Alguna vez han soñado con ser dueños del tiempo y tener la capacidad de echarlo atrás? ¿qué harían? ¿hasta dónde regresarían?
Deja tu huella en la superficie
dicen que arrepentirse es de tontos, pero LLega un momento a mi me paso, en que sin querer me arrepentì de ciertas cosas, pero bueee, no vives lamentandote, ni hablar paso y tan tan :D
la vida es una sumatoria de equivocaciones... si no cometes errores no aprendes... para que arrepentirse hay que vivir simplemente
hola!
arriva el cruz azul
todos son unos hijos de perra
la vida me llega a la punta de la pichula quiero q todos me la chupen todita
se supone que no deberia arrepentirme, pero igual lo hago, no lo puedo evitar...
que me interesa saber acerca de lo ma temereso, esos cuentos de los duendes con migo no psa nada asi que prefiero escuchar algo novedoso asi que espero un cuento fabuloso ok gracias
Creo que no tengo nada de que arepentirme pero no lo aseguro