Febrero|18
En el parque
Mientras el verdor del parque sucumbe ante los colores de la tarde yo voy buscando el banco perfecto para sentarme a seguir con mi lectura y escapar en él a otros mundos, al menos por unas horas. Ahí está, al fin lo he hallado. Iluminado de rosa-naranja y con olor a madera húmeda de la lluvia de ayer. Abro mi libro. Voy en la página 158.
Allí no había niños y ya era de noche, no obstante, se dirigió a todos los que pudieran estar soñando con Nunca Jamás, y que, por tanto, estaban más cerca de él de lo que creéis: niños y niñas en camisón y bebés indios desnudos en sus cestas colgadas de los árboles -¿Creéis en las hadas?-, gritó Peter (…) Si creéis en las hadas –les gritó con fuerza- aplaudid.
De vez en cuando subo la mirada y los veo a todos. Adultos inflando y desinflando sus mejillas mientras se entrenan para sus carreras personales, parejas tomadas de la mano que se detienen de repente para darle paso a un beso francés, niños señalando con el dedo al heladero mientras halan el pantalón de mamá, perros correteando a sus dueños arrastrando la correa y ancianitos criticando todo y a todos. A lo lejos, dos niñas juegan con las palmas de sus manos. Me sonrío. Campanita se ha salvado.
“Entre los que escucharon el tictac se encontraba el cocodrilo, que lo siguió aunque nunca sabremos si lo hizo con la intención de recuperar lo que había perdido o simplemente como un amigo al creer que era él mismo quien daba el tictac, porque, como todos los esclavos de una idea fija, era una bestia estúpida”.
Hago una pausa y me echo a reír sola. No puedo evitarlo. El pobre cocodrilo –no sé si por lo bestia o por lo miserable- me ha recordado a alguien. Tras la corta pausa, regreso a la historia.
“A todos nos ocurren cosas curiosas a lo largo de la vida sin que, durante un tiempo, nos demos cuenta de que han sucedido. Entonces, por poner un ejemplo, de pronto descubrimos que nos hemos quedado sordos de un oído sin saber desde cuándo, pero, pongamos que al menos durante media hora. Pues Peter experimentó algo similar aquella noche”.
Y de repente, me he descubierto pensando en ti. No sé en qué momento ha ocurrido; cuándo, paseando por la cubierta del barco, te he encontrado y un sabor a agua marina se ha apoderado de mi boca. Y pensé en tus labios. Luego dibujé tus ojos en el viento; esa mirada de caminos lejanos y perdidos donde yo también me quiero perder. Y entonces sentí miedo.
“Todos estaban encima de sus camas y el valiente Michael se lanzó primero. Aunque no pensaba lanzarse, lo hizo, y al momento cruzó la habitación por el aire. -¿He volado!-, gritó, mientras aún estaba en el aire”.
Y me pongo a cavilar sobre las razones de ese temor que me baja desde la nunca como un escalofrío. Muchos de los momentos más emocionantes y grandiosos de la vida, suelen estar precedidos por un susto. Y creo que ese miedo es una pista para imaginar cuán maravillosos pueden ser. Como cuando de niño llegas a lo alto del tobogán más grande del parque y sientes lo mismo que sentiste antes de atreverte a bajar del columpio aún en marcha. Como cuando todavía con las manos frías y sudorosas manejaste solo por primera vez en la autopista y te sentías lleno de vida al acelerar y sentir la velocidad en el rostro. Como cuando esa pareja finalmente recibió la noticia de que en 8 meses serían padres. Como cuando te preparas para tener sexo por primera vez…
Al instante, Peter, con todo el cuerpo de puntillas, se dirigió al camarote, pues más de un pirata estaba reuniendo el valor suficiente para mirar hacia atrás. Ahora podían escuchar la respiración entrecortada de los demás, lo que demostraba que el sonido más terrible había desaparecido. -Se ha ido, Capitán-, dijo Smee. Todo vuelve a estar tranquilo.
Me detengo. Ya prácticamente se ha ido el sol y las letras se disuelven en la noche. Abandono mi banco mágico y me voy al auto para dejar el libro. Ahora me dispongo a hacer un poco de ejercicio también, como hacen los adultos…
Deja tu huella en la superficie
A veces ¡pretender que somos adultos nos ayuda a mantenernos vivos en esta selva!
No olvides que debes aplaudir cuando el sol toca el borde del horizonte para que las Hadas sigan viviendo...
Siempre parece ser que hay un antes y un despues